Antes de la pandemia -seguramente después también-, la Cava Baja era transitada por cientos de personas diariamente. Madrileños, españoles y extranjeros circulaban noche y día por sus aceras y, en muchas ocasiones, pocos son los que saben que están circulando por una de las calles más antiguas de Madrid.
Era mucho más conocido el ambiente jovial que inunda su atmósfera y el elevado número de bares, tabernas y restaurantes que se concentran en unos trescientos metros que es lo que mide la cava baja: cincuenta establecimientos en trescientos metros.
Esta calle, y la zona en general, es uno de los lugares preferidos por los estudiantes extranjeros a la hora de buscar habitaciones y pisos de alquiler en la Latina o para compartir piso en Madrid centro.
Su ambiente juvenil, su fácil comunicación con el resto de la ciudad y el sabor de unas paredes que rezuman historia, son ingredientes que siempre están presentes a la hora de elegir alojamiento en la Latina. No podemos olvidar su cercanía a escuela de postgrado de la UC3M.
Aquí te dejamos algunas opciones que pueden facilitarte la búsqueda de pisos de alquiler en Latina: Cava Alta, calle del Humilladero, calle de Toledo, calle del Águila, calle de la Colegiata, son todas ellas opciones que distan tan sólo unos pocos metros de la Cava Baja y que comparten con ella, el ambiente y el trasiego.
Historia de la Cava Baja
Quizá lo primero que sorprenda es el propio nombre de Cava. Una cava no deja de ser una zanja profunda en la tierra. No olvidemos que es así como se denominan en algunos países los lugares destinados al almacenamiento de vinos.
Durante siglos, tanto en la época de la dominación musulmana como en época cristiana, la ciudad de Madrid era un recinto amurallado. Pues bien, era a través de estas cavas ("pasadizos/zanjas") por las que se establecía la comunicación entre la ciudad amurallada y los arrabales de la ciudad (el extrarradio).
Llegado el S. XI, con la toma/entrega de Madrid por/a el monarca castellano leonés Alfonso VI, la muralla de la ciudad se amplía y es entonces cuando, tanto la Cava Baja como la Cava Alta, se incorporan, como fosos, al trazado defensivo de la ciudad de Madrid. Pocos de los transeúntes actuales imaginan que están caminando por una parte de los fosos defensivos de la ciudad de Madrid.
Tendremos que esperar a la llegada del S. XV para ver cómo el desarrollo urbano de la ciudad, la ocupación de los arrabales (la zona que se encuentra fuera del recinto amurallado) y la política de expansión del Concejo de la Villa lleva a que los fosos se desecaran y a la desaparición y demolición de varias de las puertas con las que contaba la Villa.
Es en esos momentos en los que se comienza a ver la construcción de algunas casas, primero adosadas a los paños de la muralla y luego exentas y en numerosas ocasiones con comunicación a la cava baja y a la cava alta.
Un universo de oficios
Puerta de entrada natural a la ciudad de las rutas que conectan Toledo, Guadalajara y Segovia con Madrid, pronto se convirtió en lugar de encuentro y establecimiento de oficios y "servicios" relacionados con el transporte. No es raro pues, que posadas -en aquellos momentos destinadas a albergar personas, animales de carga y tiro, y vehículos (carros, carretas, diligencias, etc)- se concentraran en esas calles.
Al día de hoy, la Posada de la Villa o la Posada del León de Oro, la del Dragón, son ejemplos que permanecen vigentes aunque su actividad se haya transformado.
De la misma forma, toneleros, talabarteros (los que trabajan el cuero), latoneros, cordeleros y un sin fin de oficios ya perdidos o en vías de extinción, se establecían allí al calor de la actividad comercial y de las necesidades que las caravanas y el transporte entre ciudades generaban.
Si caminamos despacio, que es la única forma de caminar por la Historia, por las calles contiguas a las cavas, podremos observar cómo algunos nombres de las mismas recuerdan aquellos oficios ya perdidos pues, eran en esas calles donde se concentraban un gran número de artesanos.
Como vemos, pasear o alojarse en esta calle, es hacerlo dentro de la historia de Madrid. La Cava Baja y sus calles aledañas son, sin duda, uno de los lugares preferidos por los estudiantes para compartir piso en Madrid centro.